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Hijos. No vienen con garantía ni con un manual de instrucciones de uso

Las personas que nos aventuramos en la experiencia de ser madres y padres tomamos un viaje diferente a cualquier otro. Primero, porque sin tenerlo tan claro, iniciamos un camino sin retorno y sin destino. Casi la mayoría de los viajes que tomamos en la vida tienen un pasaje de regreso. Segundo, en otras experiencias es fácil encontrar mapas, manuales y guías; datos e información de qué hacer en caso de que algo inesperado ocurra. Esto no pasa cuando tenemos hijos. No vienen con garantía ni con un manual de instrucciones de uso. Al igual que los productos anunciados por marcas de juguetes en televisión, tampoco vienen con accesorios.
Irrepetibles e inigualables, las maternidades y paternidades exigen en diferentes niveles: intelectuales, emocionales, domésticos. Nos convertimos un poco en médicos, otro poco en profesores, hasta en magos (pero sin magia), con el “sana, sana, culito de rana” y otras frases mágicas para quitar el dolor, las tristezas y dar ánimo en momentos difíciles.
Se dice que cumplimos un “rol” de padre o de madre. Sin embargo, estos títulos sociales no resuelven ni tranquilizan mucho porque no dicen al padre desesperado qué hacer en momentos difíciles de la crianza.
Humildemente, con los recursos que tenemos y con las particularidades propias de cada uno, creamos día a día al padre o madre que somos.
¿Cómo te has construido en la madre o en el padre que eres? Un padre o una madre no nacen, se hacen. Somos una construcción.
Podemos ser más o menos conscientes de nosotros mismos como padres. Es en este punto donde quiero hacer un giro, cambiar de ángulo y de lugar. Los invito a mirar en otra dirección: si la parentalidad es algo que no está dado por procrear biológicamente, y es una construcción social y personal, por tanto, algo en permanente cambio y movimiento, ¿qué importancia estamos dándole a la creatividad cuando nos construimos en padres y madres? o ¿estamos dejando otra vez fuera a la creatividad? Es justamente en este viaje, con los hijos, cuando debemos reencontrar nuestros propios recursos creativos y potenciarlos. ¿Cómo encontrar formas nuevas para acompañar la crianza? ¿Flexibilizarnos? ¿Mirar desde otros lugares lo que está pasando?
Las escuelas de padres, consejos de psicólogos, profesores, abuelos y amigos de lo que “debe” o se “recomienda” ser o hacer como padres son recetas y consejos vacíos si no los hacemos propios y les damos un sentido. Una coherencia respecto de nosotros mismos y de la particularidad de cada uno de nuestros hijos.
La realidad de los padres ha cambiado con el encierro y las exigencias de criar y educar solos, las 24 horas. Si podemos ver la oportunidad en la crisis y reorientar las conductas y prácticas parentales y familiares desde una perspectiva positiva, creativa y lúdica, esto favorece el manejo del estrés familiar y personal.
La creatividad nos permite usar nuestros recursos, lo que tenemos, para descubrir otros usos posibles. Tal vez es el momento de convertirnos en padres piratas, madres hadas. De volver a jugar en cuatro patas en el suelo. ¿Por qué no de aprender y hacer las tareas de forma entretenida?
El juego y la flexibilidad siempre serán buenos aliados para la convivencia humana. Sí, ¡les estoy dando una receta! Sin embargo, no se puede jugar de la misma manera con todas las personas y la flexibilidad en unos y otros será muy diferente.
Por: Daniela Besa, psicóloga, arteterapeuta y escritora.
*Si te interesa profundizar, puedes tomar el taller online Paternidad positiva y creativa: Vamos Juntos*

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