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“Bosque encantado”

Había una vez… un “Bosque encantado”, en la región de la Araucanía, donde nació una ‘niña’, su papá era amante de las letras y la madre disfrutaba entre telas, tejidos o cualquier cosa manual que le pusieran por delante. Era una familia muy cercana a las artes, en casa siempre había música sonando…  “ella”,  fue la más pequeña de la familia… y creció como una tejedora de sueños.
Así comienza la historia de Margaret Greenhill, quien hoy sorprende con su primera muestra en solitario “Bosque encantado”,  joyas y esculturas de una exquisita factura artesanal, que plasman pequeños detalles inspirados en la naturaleza. Desde el 31 de mayo en Centro Cultural Las Condes -Av.Apoquindo 6570-, y hasta el 24 junio (entrada liberada).
Greenhill nació en el Sur de Chile, lugar donde incorporó las formas de la naturaleza como un prisma para interpretar la vida, de ahí emana su amor por la estética y el arte. Estudió Diseño Industrial en la Universidad del BioBio (Concepción) y ha destacado a nivel nacional en el área de la innovación y la sustentabilidad. En 2014 se comienza a incorporar, de manera profesional, a la joyería contemporánea en WE- WALKA, y ya para 2015 fue invitada a participar en CH. ACO, Chilean Contemporary art, mismo año en que representó a Chile en Jewelry Art Biennial, Beijing China.
El trabajo de Greenhill destaca por la experimentación: “La técnica para mí está ligada a ‘la forma sigue la función’, que es una de las premisas de la Bauhause; coherencia técnica constructiva al servicio del concepto, que se logra cuando forma y función confluyen en una ‘poesía visual’, no hay elementos antojadizos, hay respuestas técnicas al concepto o sensación que se quiere transmitir”, explica la artista.
¿Cómo fue tu acercamiento a las artes en la infancia?
Soy la más pequeña de mi familia y eso me permitía vivir mi mundo aparte. Además siempre fui enfermiza y la forma de tenerme entretenida era pintar, dibujar, me mantenían ocupada con cosas manuales. Por mi carácter y situación, creé mi mundo paralelo que se basaba en la contemplación… disfrutaba descubriendo detalles en el patio -que era un bosque en una parcela-, miraba los cercos, los insectos, las gotas, los aromas y cuando estaba sana, inspeccionaba las bodegas de herramientas o me aventuraba en la lavandería, jugaba con las máquinas viejas, herramientas…  desarmando todo lo que podía y preguntaba TODO!
¿Por qué estudiaste diseño industrial?
Busqué carreras que me permitieran desarrollar la creatividad, arquitectura, arte, diseño gráfico, y de pronto apareció diseño industrial. Me encantó porque se trataba de crear nuevos objetos que ayudaban a mejorar la calidad de vida de las personas. Incorporaba arte, tecnología, ciencia y humanismo a la vez, muy purista y con mucha influencia de la Católica de Valparaíso y los preceptos de la Bauhause, mezclaba mi parte artística con mi  lado de giro sin tornillos.
¿Cómo regresaste a expresiones más artísticas?
Nunca las dejé, mi carrera me permitía partir con una impronta muy artística y mis proyectos siempre se iniciaban (por metodología de la U) con mucha observación; en mi caso siempre decantaba a poemas dibujos, analogías e ideas muy voladas que luego felizmente lograba aterrizar en algo concreto.
¿Por qué decides estudiar joyería?
La orfebrería era algo que se me daba fácil, era mi hobbie, ya que tenía una base y mucha curiosidad. Elegí WALKA para estudiar porque son referentes, una mezcla de arte, joyería y artesanía; los seguía desde 2009 y me di cuenta que era mi mejor opción, ya que tenían mucho manejo en los medios y proyección internacional.
Se puede decir que tu obra tiene un origen orgánico en sus formas y materiales… ¿qué te lleva a manifestar tu arte en esa línea de trabajo?
En realidad es algo que me sale muy de adentro… no pienso ni planifico mucho mi trabajo en un comienzo… solo sigo mis sensaciones, experimento hasta llegar a una certeza, me guío mucho por el instinto, la intuición y el olfato. Cuando ya tengo una certeza de lo que quiero, le doy forma, lo mido busco una forma técnica coherente con el concepto, para que la pieza sea redonda, una poesía visual. A veces siento que solo observo la naturaleza y la traduzco con soluciones novedosas e innovadoras que les permiten a las personas tener una nueva mirada.
¿Cómo incorporas la Bauhaus en tus diseños?
“Arquitectos, escultores, pintores, debemos regresar al trabajo manual, establezcamos por tanto, una nueva cofradía de artesanos, libre de esa arrogancia que divide las clases sociales y que busca erigir una barrera infranqueable entre los artesanos y los artistas”. Esa es una de frases de Walter Gropius, creador de la Bauhause, que interpreta en forma y fondo mi trabajo…
¿Por qué el nombre Bosque encantado?
Tiene que ver con mi mirada, mi crianza en el campo, en medio de bosques… mis recuerdos y las sensaciones que llevo en el cuerpo.
¿Qué quisieras que genere tu muestra a quienes la visiten, cuál es el mensaje que te gustaría entregar?
Con esta muestra me gustaría transmitir el valor de las cosas simples… en todo hay belleza, hasta en las telas de araña y las maderas roídas por las termitas… es un llamado de atención a lo pequeño, los detalles, lo cotidiano, eso que ya casi no vemos. Es una invitación a permitirse tiempo para disfrutar… para dejarse ‘encantar’ como dice la canción:
‘…uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amo la vida 
Y entonces comprende como están de ausentes las cosas queridas
Por eso muchacha no partas ahora soñando el regreso 
Que el amor es simple y a las cosas simples las devora el tiempo… ‘
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Fotos: Claudio Valle /@claudiovalleb

Plata tejida, maderas, pétalos y hojas secas, material reciclado… arte y joyería se funden en el trabajo de Margaret Greenhill, piezas hechas a mano y únicas que emocionan porque transmiten la magia de los ‘momentos’ y una sensación meditativa del presente… el minuto extendido y la suspensión del tiempo de manifiesto en el enfoque que nos recuerda la creación del universo…

 
 
 
 
 

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