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Los papás también sienten culpa

Los papás también sienten culpa, al igual que las madres, cuando se trata de compatibilizar el tiempo laboral con el familiar. Lograr un equilibrio entre ambos mundos parece cada vez más difícil y muchas veces implica una alta cuota de esfuerzo, pues la meta es desempeñar bien ambas tareas. A días de celebrar el Día del Padre, un especialista de la Universidad del Pacífico aborda qué tipo de culpa sienten los hombres y les regala algunos consejos.
Con la modernidad se ha avanzado en la igualdad de roles, y cada vez son más los papás involucrados en la crianza de sus hijos. Con ello aparece la culpa que produce el trabajar fuera de la casa; este sentimiento que antes era exclusivo de las mujeres hoy parece incrementarse cuando las exigencias laborales aumentan por la competencia y  la necesidad de capacitación continua.
Así, son muchos los factores que inciden al momento de sentir culpa respecto a la crianza de los hijos. “Se incluye nuestra propia crianza como hijos, la relación de la pareja de padres, las expectativas que tenemos de nuestros hijos y su crianza, el tiempo que pasamos con ellos, la calidad de los momentos, la educación que les entregamos, las posibilidades económicas, etc., así como la percepción de que los hijos estén sufriendo”, señala el coordinador académico de la carrera de Psicología de la Universidad del Pacífico, Felipe Vergara.
Esto provoca que tanto padres como madres busquen proteger a los hijos. “El esfuerzo de los padres generalmente será proveer el espacio para que no ocurra ese contexto de sufrimiento, aunque en esto, y por lo general, es la madre la que contiene desde el ámbito emocional porque se afecta más por el sufrimiento de los hijos. En esto también influyen los estilos de crianza que tienen los padres y los estilos vinculares que de estos con sus progenitores”, indica el psicólogo.
“Los padres tienden a vincularse en forma tardía, a diferencia de la madre que está vinculada desde la concepción con los hijos, por lo tanto, la culpa masculina más bien se manifiesta como frustración respecto de los esfuerzos que han realizado para conseguir tal o cual objetivo en la crianza, a diferencia de lo femenino, en donde la culpa se manifiesta con mayor angustia respecto del vínculo o relación con los hijos y se recrimina por no estar lo suficientemente presente”, aclara.
“En general, la experiencia clínica nos dice que se han agudizado los sentimientos de culpa, pero principalmente en las mujeres, ya que las posibilidades de tener un equilibrio respecto del trabajo y la familia se hace más difícil con las jornadas rígidas de trabajo. En esto aún quedan cambios socioculturales que debemos gestar para dar mayor preponderancia a los hombres en la crianza”, agrega.
¿Qué es lo que se reprochan los padres? “Principalmente se da cuando los padres no se sienten satisfechos con las decisiones vocacionales de sus hijos, o con la elección de la pareja o con el estilo de vida, cuando hay un corte en lo que hacen los hijos y lo que ellos proveen. Aceptar la diferencia y encontrar los puntos en común en esa diferencia es lo que presenta mayor dificultad a los padres. Y es por esto que en terapia es posible construir puentes para que la comunicación pueda producirse y exista transformación en el vínculo”, indica el docente.
Asimismo, el especialista comenta que cuando la pareja está distanciada o separada, es posible que haya mayor culpa. “Ello, porque el sentimiento de inseguridad y la responsabilidad por sobre el sufrimiento de los hijos se percibe como mucho mayor. Ahora, siempre dependerá de cómo sea abordado el proceso de separación por los padres, porque en procesos de este tipo la culpa aparece cuando la misma situación de separación y la relación entre los cuidadores o progenitores ha generado sufrimiento para el sistema familiar. Además, cuando el ausente no se hace presente, el que sí está presente carga con la rabia por la ausencia del otro y, por tanto, se establecen dinámicas generadoras de culpa como elemento transaccional”, explica.
Una oportunidad
El psicólogo Felipe Vergara plantea que es importante comprender que el sentimiento de culpa no es algo negativo per se, sino que más bien puede ser una oportunidad de cambio en la forma de relacionarnos.
“La culpa puede representar una instancia de vulnerabilidad en la cual existe la posibilidad de revisar nuestro actuar, integrar los aspectos que nos causan ruido como padres en la crianza y eventualmente definir un espacio reparatorio, tanto para nosotros como también para nuestra familia. Esto quiere decir que efectivamente si hay culpa en relación a la crianza, como padres podemos revisar nuestras expectativas respecto de nosotros mismos y evidenciar qué elementos corresponden a nuestra propia autoexigencia y qué elementos corresponden a un proceso individual de los hijos y que deberemos acompañar más que imponer”, aclara.
Finalmente, el profesional comparte algunos consejos que podrían ayudar a disminuir este sentimiento culposo:
-Tener un sentido de identidad claro y un reconocimiento del otro como alguien distinto y separado de uno. No permitir la autonomía y la diferenciación es uno de los males de nuestro tiempo, ya que no se aborda un proceso natural del ser humano y se vive como inadecuado, cuando la diferenciación es parte del proceso de construirnos como individuos.
– Tener confianza en la crianza realizada y en los recursos de los hijos.
– Aprovechar las posibilidades de conversación que existen en la pareja respecto de la crianza de los hijos.
– Contar con una comunidad que aporta constructivamente al desarrollo del niño, sin descalificar la crianza de los padres, sino que tomando las dificultades como posibilidad de crecimiento.

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