Hay muchas personas que se sienten más tristes o con menos ánimo a finales del otoño o principios del invierno, sin lograr superar este tipo de depresión hasta llegada la primavera. Esto es lo que se conoce como ‘trastorno afectivo emocional’, denominado SAD un tipo de depresión que se desarrolla desde finales del otoño o principios de invierno, hasta la primavera. Sanndy Infante, psicóloga del Centro Clínico del Ánimo y la Ansiedad, explica cómo puede afectar este trastorno y qué alternativas de tratamiento existen.
Si bien las personas que sufren de este trastorno durante los meses que comprenden a la primavera y el verano no tienen mayores complicaciones, en otoño y primavera el panorama es totalmente diferente, pues pueden experimentar síntomas como poco interés o alegría por hacer cosas, sensación de estar decaído, deprimido o desesperanzado, problemas para quedarse dormido, para seguir durmiendo o dormir demasiado, sensación de cansancio o de tener poca energía, poco apetito o comer demasiado, entre otros.
La psicóloga del Centro Clínico del Ánimo y la Ansiedad, Sanndy Infante, explica que las estaciones influyan directamente en el ánimo de algunas personas “no tiene una causa única, pero los estudios han demostrado la relevancia de los ritmos circadianos, los niveles de melatonina y de serotonina a nivel fisiológico y la falta de vitamina D también se ha considerado como un factor de riesgo”.
La vitamina D puede ayudar a potenciar los efectos de la serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, ya que cuando aumentan sus niveles en los circuitos neuronales genera sensaciones de satisfacción.
Por tanto, durante otoño e invierno, al no existir tanta luz solar, que es la que nos proporciona vitamina D, bajan los niveles de serotonina, generando síntomas depresivos. En base a esto, una gran solución puede ser la terapia lumínica, es decir, la exposición continúa a una luz de determinada intensidad por un periodo que suele comprender entre los 30 minutos y las dos horas al día.
Eso sí, según la psicóloga, “antes de tener cualquier intervención es bueno balancear los costos y beneficios personales que traerá para la persona. Así, la terapia lumínica puede ser estupenda para ciertos tipos de diagnóstico, pero no resultar del todo efectiva en otros. Por eso mismo, hay que hacer una buena evaluación diagnóstica que ayude a determinar el tratamiento”. Además, las personas con trastorno bipolar, si bien pueden realizarla, deben avisar con antelación.
El trastorno afectivo emocional también puede tratarse con otro tipo de terapias. “Existen aspectos que se pueden potenciar con psicoterapia, actividad física, interacciones sociales, entre otros, ya que también regulan la síntesis y liberación de otros neurotransmisores a nivel cerebral. Por ejemplo, la melatonina, que transmite ritmicidad a otros sistemas biológicos”, sintetiza Infante.