Louis Vuitton cerró oficialmente la semana de la moda y lo hizo en el Cour Marly, justo en el corazón del Louvre. El museo más visitado de Francia fue escogido por su carga simbólica como un espacio sin límites territoriales; un lugar que invita a todos a embarcarse en un viaje por el mundo.
La frontera como concepto fue fundamental en la génesis de esta colección Otoño-Invierno 2017, que se desarrolló bajo la atenta mirada de Nicolás Ghesquière, director creativo de Vuitton.
La colección pretende acabar con los límites territoriales y evocar a los nómades, para que la ciudad se mezcle con paisajes lejanos y exóticos. En estas piezas lo masculino se desdibuja con lo femenino y las sombras del día se diluyen en la noche. Las fronteras retroceden y surge un nuevo juego de líneas estilísticas: grandes clásicos de ropa deportiva americana y acentos eslavos, inspiraciones de modas del pasado y traducciones al mundo de hoy, clásicos urbanos y atracción magnética del folklore. Son prendas y complementos que marcan la diferencia en el clóset de cualquier amante de la moda.