Europa vivió una de las olas de calor más extremas de la humanidad y julio de 2023 es oficialmente el mes más cálido jamás registrado a nivel global. La ONU ya está hablando de “la era de la ebullición global” y algunos expertos anticipan que lo vivido en el hemisferio norte puede ser una proyección de lo que sucederá este verano en Chile. En este contexto, se hace cada vez más relevante entender cómo las temperaturas extremas afectan la salud de la población, “Cambio Climático y Salud”, una arista en la que ha profundizado la segunda etapa de la investigación junto al Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estudio inédito sobre la materia en el país.
Tras analizar casi dos millones de registros de atenciones médicas anonimizadas de más de 78 mil pacientes que acudieron a una atención médica en un periodo de diez años (2012-2022), la investigación pudo comprobar que los eventos de altas temperaturas son un factor de riesgo que aumenta los efectos de enfermedades base e inciden en un aumento de la demanda de atención de salud.
El estudio identificó un aumento de 23% de las atenciones médicas en los días donde se registran 35 grados Celsius de temperatura máxima en comparación con días con 25 grados. Mientras, las consultas ambulatorias relacionadas al sistema circulatorio, por afecciones como hipertensión o arritmias, se incrementan hasta en un 52%. Y si la temperatura máxima aumenta a 38 grados, las consultas médicas casi se duplican. Esto es de vital importancia para preparar a la población y a los sistemas de atención de salud, considerando que se proyecta que el verano 2023-2024 en la zona central del país será uno de los más calurosos de la historia, con temperaturas máximas que oscilarían entre los 37 a 39° C en Santiago y que podrían alcanzar hasta los 42°C en Chillán y Los Ángeles.
“El cambio climático es una de las principales preocupaciones a nivel mundial y muchas personas siguen ignorando cómo afecta nuestra salud. Es común creer que las consecuencias vendrán en los próximos años, pero las repercusiones ya han comenzado. Por ello, urge aumentar la información al respecto, para fomentar la prevención en salud, mejorar los modelos predictivos y cambiar a los sistemas de salud. Conscientes de ello, en Bupa estamos promoviendo de forma activa la investigación y, al mismo tiempo, creando conciencia del gran desafío que enfrentamos como sociedad y que la única forma de enfrentarlo es con la colaboración de todos”, señaló Paula Franklin, Chief Medical Officer Bupa Group.
Paulina Gómez, Directora Médica Corporativa de Bupa Chile, destacó que “la asociación entre la exposición a la temperatura y su respuesta en salud es un elemento que tendremos que tener muy presente hoy y en el futuro. Este estudio es clave para mejorar la capacidad predictiva de los centros de salud y desarrollar modelos que sirvan para gestionar de forma óptima la demanda de los centros de atención de salud, así como para identificar a las personas más vulnerables y entregarles consejería preventiva”.
Por su parte Luis Abdón Cifuentes, investigador del Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica de Chile, explicó que “cuantificar los impactos que tiene el cambio climático en la salud es muy relevante. Estos efectos serán cada vez más importantes, porque las olas de calor seguirán intensificándose en el futuro. Los resultados obtenidos son reveladores y debieran ser incorporados en las políticas públicas de adaptación al cambio climático. Por ello, quiero enfatizar lo importante que es la colaboración con Bupa: por un lado, en colaborar activamente compartiendo sus datos de forma anonimizada para realizar la investigación, y en la aplicación de los resultados en la gestión de sus centros de atención. La colaboración de la industria, en este caso de la salud, es fundamental para hacer frente al desafío de adaptación que se nos presenta”.
Jóvenes y mujeres los más afectados
En esta segunda etapa del estudio, se amplió el análisis a cerca de 2 millones de atenciones médicas durante una década, de forma de identificar con mayor detalle los efectos de las temperaturas, considerando solo a los pacientes que presentaban alguna patología relacionada con el sistema circulatorio. Todos los registros que forman parte de la investigación son anonimizados y analizados bajo sistemas informáticos que resguardan la privacidad de los datos utilizados bajo un estricto protocolo de Bupa.
Por ejemplo, con la llegada del verano es conocido que los hipertensos están más expuestos a sufrir consecuencias negativas en su salud, sobre todo cuando se trata de adultos mayores. Sin embargo, a partir de los registros, el estudio constató algo sorpresivo: las altas temperaturas afectan significativamente a personas de entre 41 y 66 años, que habitualmente no son considerados como grupo de alto riesgo.
Es un hecho que las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar presión arterial alta. Pero lo que el estudio pudo evidenciar es más que eso: el registro de atenciones constató que, ante altas temperaturas, las mujeres tienen un 72% más de riesgo de acudir centros de salud en comparación con un 32% para el caso de los hombres.
En la primera etapa -desarrollada en 2022- se analizaron los registros clínicos anónimos de más de 6.600 pacientes mayores de 65 años diagnosticados con alguna enfermedad del sistema circulatorio de la red de Bupa Chile durante una década, y se constató que las temperaturas mínimas y máximas influyen en la ocurrencia de determinados episodios clínicos.
La investigación liderada por Bupa y el Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica de Chile continuará durante los próximos meses, con el fin de profundizar en nuevos hallazgos y detalles de cómo está afectando el cambio climático a la salud de la población.