The missing part… la parte faltante. Así se titula la muestra individual de la artista plástica Isabel Sáa, que abre sus puertas el 4 de noviembre a las 12:30 hrs, en el Centro Cultural Las Condes -Av.Apoquindo 6570-, hasta el 26 de noviembre.
“De la idea a la joya las manos parpadean…”, Isabel Sáa
En su retorno a las salas de exposición, Sáa se reinventa completamente. Es la 8ª muestra individual de la artista y la primera en que no habrá pinturas. Esta vez expone 3 años de trabajo en orfebrería contemporánea, objetos que cruzan la frontera de las formas; son joyas en cacho de buey y en madera (alerce, ébano, roble, nogal y purple heart) con plata, verdaderas piezas de arte donde se despliega la tradición de la joyería y la orfebrería artesanal, proponiendo un giro con intenciones artísticas, absolutamente cargado de memoria cultural, creatividad y emoción.
¿Cómo derivaste a la creación de joyas?
Después que murió mi hijo en 2013, necesité algo en qué enfocarme. La pintura no era el medio de expresión que me servía en ese momento, el color no fluía; hice cerámica, grabado… y luego pensé que si me gustaban las joyas porqué no hacerlo; encontré Walka, escuela de joyería contemporánea y entré a un mundo nuevo en pequeño formato del que me enamoré, primeramente por el trabajo en cacho, una materialidad viva, con un aroma que rememoraba infancia, campo, caballos, cazuela… y ya traía el color, en matices que me permitían crear sin cuestionamientos: ocres, tierra, blancos, una paleta que tenía sentido con el momento que estaba viviendo.
Así fue como Isabel se reincorporó a una estructura ordenada, regresando al papel milimetrado -de sus tiempos de estudiante de diseño, carrera que también terminó-, con una ejecución precisa, eso sí, siempre boceteando con total libertad cada pieza. Desapareció el atril, los pinceles y el olor a trementina y reinó la precisión, limas, brocas, sierras, croqueras, plata, cacho y la madera.
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¿Cómo fue el proceso de cambiar el formato?
Lento… cuando partí con la joyería lo encontré muy árido, volver a contar los milímetros y regresar a la gometría descriptiva fue un poco terrible, nadie lo encontraba así, pero yo venía del mundo de la pintura que es más desordenado, extrañaba ese caos. Nunca me dediqué al diseño porque no encajaba, cuando entré a la escuela de arte encontré a mis pares, un lenguaje común y de repente me vi de regreso con el papel milimetrado…
¿Qué es lo que te cautivó de la orfebrería?
El olor a cacho… (se ríe) a nadie le gusta pero a mí me encanta, tiene olor a cazuela, a recuerdos de infancia. Este trabajo requiere un proceso que me obliga a estar concentrada, no me puede ganar la rabia porque si me paso en un calado pierdo todo; en una pieza me puedo demorar 3 días, primero corto, luego calo, saco brillo y coloco la plata.
La muestra está compuesta por colgantes, tupus en cacho de buey y broches en madera nativa. La temática mapuche y precolombina ha inspirado a Isabel en el transcurso de su carrera y hoy es el hilo conductor de su obra. Sus apuntes, que estaban almacenados en viejas croqueras, fueron retomados y esas formas fueron plasmadas en sus joyas.
¿Por qué “The missing part”?
Llevaba un tiempo cómoda con esta nueva manera de hacer arte, estaba participando en un work shop en Walka y una joyera sueca se quedó mirando detenidamente mi trabajo y me dijo ‘The missing part’ … tres palabras que significaron cómo me sentía, fue revelador, por primera vez al escucharlo me enfrenté a lo que estaba viviendo. Con esta muestra he logrado materializar ese sentamiento, el arte me ha permitido sublimar la sensación de estar en el ojo del huracán, lo vivido se traspasa a la materia como una pieza de arte.