Si creciste en Chile, probablemente hay una barra de jabón Popeye en algún rincón de tu memoria (y quizás aún en tu casa). Ya sea en el lavadero de tu mamá, en el canasto de ropa de tu abuela o en el bolso de aseo de tu papá para el trabajo, esta marca ha sido más que un producto de limpieza: ha sido parte de la historia familiar de millones de chilenas y chilenos.
Y este año, para celebrar sus 75 años de vida, Popeye lanzó un libro conmemorativo que es puro corazón. Titulado “75 años con Popeye”, la publicación reúne relatos reales enviados por consumidores de todo Chile, desde Arica hasta Punta Arenas. Son historias íntimas, emotivas, a veces graciosas, que muestran cómo este jabón se ha convertido en testigo silencioso de generaciones enteras.
Un libro hecho con cariño (y un poquito de escobillado)
Todo comenzó el año pasado, cuando Popeye abrió una convocatoria invitando a las personas a compartir sus historias con el jabón. ¿El resultado? Más de 250 relatos llenos de nostalgia, humor y mucha emoción. De esos, se seleccionaron 75 para este libro que, de verdad, es como una cápsula del tiempo que huele a limpieza, esfuerzo y familia.
Uno de los relatos más conmovedores habla de una mujer que al oler una barra de Popeye, fue transportada inmediatamente al patio de su infancia, al lado de su madre restregando sábanas sobre la artesa. Esos pequeños momentos cotidianos, que parecen insignificantes, son los que construyen la memoria afectiva de una familia… y de un país.
Más que un jabón, parte del patrimonio emocional
“Este libro no es solo sobre un jabón, es sobre la historia de miles de hogares en Chile”, explica Paula Olmedo, periodista y editora del libro. Junto a un jurado que incluyó a escritores, libreros y miembros del equipo Popeye, se encargaron de elegir las historias más representativas y conmovedoras.
Y no solo hay relatos. También hay ilustraciones, anécdotas de trabajadores de la empresa, testimonios de profesionales de distintas áreas que han usado Popeye de formas impensadas y hasta un mini diccionario chileno del lavado de ropa (porque, admitámoslo, en cada casa se usa un lenguaje propio para la hora del lavado).
Desde Talcahuano con amor (y mucha espuma)
Todo comenzó en 1949 en el puerto de Talcahuano, cuando Miguel Maritano Amedeo, inmigrante italiano, fundó una fábrica de jabones con un sueño claro: crear un producto chileno de calidad, accesible y que realmente funcionara. Y vaya que lo logró. Hoy, su nieto Pablo Maritano es el gerente comercial de la empresa y recuerda con emoción el legado familiar.
“Mi papá siempre decía que este barco no podía quedarse sin capitán, y ahora me toca a mí llevar el timón. Este libro es nuestro regalo a quienes nos han acompañado todos estos años”, dice emocionado.
¿Dónde conseguir el libro?
Aunque aún no se ha confirmado si el libro estará disponible en librerías, se espera que se pueda descargar en formato digital a través del sitio oficial de Popeye o adquirirlo en ferias y eventos conmemorativos que se realizarán durante este año en Santiago y otras regiones.
Y si te preguntas si tu historia fue seleccionada, puedes revisar el listado completo de autores en el sitio web de Popeye o sus redes sociales. La marca también ha prometido compartir algunas de las historias semana a semana en su Instagram y Facebook, así que ¡atenta!
Una marca que sigue presente
Con el paso del tiempo, Popeye ha ido actualizando sus productos para adaptarse a las nuevas generaciones, sin perder ese toque de tradición que tanto nos gusta. Desde las clásicas barras para el lavado a mano, hasta detergentes líquidos pensados para lavadoras modernas, siempre con ese objetivo que no cambia: cuidar tu ropa y, por sobre todo, cuidar tu piel.
Desde el sur hasta la capital, muchas mujeres siguen confiando en Popeye porque saben que “lo antiguo” no es sinónimo de “pasado de moda”, sino de experiencia, calidad y cariño.
Un pedacito de historia en cada barra
Así que la próxima vez que laves ropa y sientas ese olor inconfundible de Popeye, tómate un segundo. Respira profundo. Tal vez no estés solo limpiando una mancha, sino conectando con la historia de tu madre, tu abuela o incluso contigo misma.
Porque sí, en estos 75 años, Popeye ha estado ahí. Firme como su espuma. Silencioso como el recuerdo de un abrazo. Presente en cada rincón del hogar chileno.